lunes, 15 de octubre de 2012

Sin soberbia y con justicia, el Paraguay debe restablecer el imperio de la ley en el Mercosur, avasallado por la prepotencia “bolivariana”, y defender con firme serenidad su dignidad e intereses nacionales

Periodista y profesor universitario

Los “aprendices de brujo” del Merc-Unasur, después de haber sucumbido a la potente intoxicación ideológica del “bolivarianismo”, en lo que a agredir injusta y arteramente al Paraguay se refiere, ahora que empiezan a pagar los platos rotos del desaguisado que cometieron al destruir al Mercosur, iniciaron una nueva y peligrosa ofensiva política y diplomática antiparaguaya, esta vez disfrazada con modales más suaves pero con intenciones siempre de avasallarnos. 

La “banda de los cuatro”, integrada por los mandatarios “bolivarianos” Dilma Rousseff, CFK, José Mujica (todos en el centro, primera fila), y atrás el canciller chavista y actual vicepresidente ejecutivo de Venezuela, Nicolás Maduro, rodeados por los serviles “socialistas siglo XXI”, Evo Morales y Rafael Correa, en la reunión de presidentes del Mercosur en Mendoza, a fines de junio pasado, donde excluyeran arbitrariamente  al Paraguay del Mercosur e ilegalmente aceptaran a la Venezuela oprimida por el régimen chavista. Les acompañan los demócratas vergonzantes, los presidentes Sebastián Piñera y Ollanta Huma, y la canciller colombiana María Ángela Holguín Cuéllar (Foto difundida por “abc color”).


Esto se vuelve más peligroso ahora, cuando el dictador Hugo Chávez, asediado por la parca, designó a su tiburón sucesor (“delfín” no define al personaje), el vicepresidente ejecutivo Nicolás Maduro, quien mantiene su cargo de canciller de ese proyecto de opresión regional que es el “bolivarianismo”. Del termocéfalo de Nicolás (in)Maduro podemos esperar un renovado intervencionismo en nuestros asuntos internos, pues le gusta jugar rudo para agradar a su “único líder”, como lo demostrara con la complicidad de sus subordinados y cómplices criollos en el Palacio de López, durante la pasada crisis de Estado. Quienes defendemos la dignidad, soberanía e independencia del Paraguay como porción válida y futurible de humanidad, debemos estar muy atentos ahora, porque la obsesión de Maduro es capturar al Paraguay para regresarlo a la dominación chavista, la que no puede permitir una rebeldía semejante en “su” chiquero particular, que considera es nuestra región.

El (in)Maduro personaje, ya estaría negociando con una de las tan “alegres” como desprolijas “candidaturas” politiqueras en curso aquí, la de abril de 2013, e incluso preparando los maletines: en unos vendrán millones de dólares con intereses acumulados, si es necesario, y en otros lo destinado para el autodenominado “Ejército Paraguayo del Pueblo” (EPP). El (in)Maduro comodín de Chávez ya sabe que, en el Paraguay, sobre todo, nunca se debe jugar a una sola punta…

Del (in)Maduro a la inmadurez de Planalto e Itamaraty
Por medio de la tan vasta maniobra diplomática que se denuncia, además, los enemigos del Paraguay y de la humanidad pretenden deshacerse sin costo alguno del extraordinario embrollo político y diplomático, y también jurídico e internacional, que hizo estallar la crisis terminal del Mercosur, a costa de los legítimos intereses paraguayos. Sus perpetradores confiaron de manera irresponsable que la súbita marejada del despotismo regional, la de la crisis terminal del Mercosur (entre junio y agosto), ni les humedecería los pies a tales mercenarios complotados.

Esta arremetida nueva, la de la “negociación” actual, empieza en Brasilia, que tiene delirios de potencia mundial y no  es capaz de respetar sus propios compromisos establecidos en tratados y actos internacionales, que le obligan a un comportamiento responsable, y a desechar la vía del peligroso aventurerismo ideológico “socialista siglo XXI”. En este se embarcaron ensoberbecidos por los Marco Aurelio García, los de Planalto e Itamaraty, para pagar deudas con el déspota Chávez, hace poco reelegido en una muy desigual competencia “electoral”, al cabo de la cual comprobó que casi la mitad de los venezolanos votaron en contra de su modelo de despotismo castrista.

Pretenden los subordinados a Chávez, empezando por los genios de Brasilia, que regresemos sin más ni más al espacio jurídico y político erigido a partir del  Tratado de Asunción (1991), porque sus intereses así lo exigen, y para ello nos piden que cumplamos con la “prueba de amor” de solicitar nuestra reincorporación a ese ficticio proyecto de integración subregional al que terminaran de herir de muerte, pero aceptando el hecho consumado de la antijurídica incorporación de la Venezuela chavista al bloque.

Además, los desgobernantes vecinos, supuestamente amigos, pretenden que renunciemos a los justos resarcimientos y compensaciones que las leyes internacionales autorizan requerir a quienes nos agraviaron, a raíz de haber sido objeto el Paraguay de la violación de todos sus derechos consagrados en el ordenamiento jurídico imperante en el sistema mundial. El castigo fue decretado por el eje La Habana-Caracas, y cumplido diligentemente por sus cómplices paraguayos, el entonces presidente Fernando Lugo, su canciller Jorge Lara Castro y varios de los entornos palaciegos del “bolivarianismo” local, ahora en proceso de inevitable disgregación, a pesar de la “carta” (in)Maduro que acaba de jugar el dictador Chávez en Paraguay.

El Paraguay no salió, ellos se autoexcluyeron
En realidad, el Paraguay no tiene que regresar al Mercosur, de cuyo seno nunca salió. Muy por el contrario, quienes deben reintegrarse al esquema de integración subregional son Argentina, Brasil y Uruguay, y en otra dimensión también Venezuela, y el resto de la pandilla de los atracadores del Tratado de Asunción (1991), y de los protocolos de Ouro Preto (1994), de Ushuahia - Cláusula Democrática (1998) y de Olivos (2007), de las Cartas y demás normativas de los sistemas de la OEA y de la ONU (a partir de 1948), e incluso de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados (1966).

Todo ello se tradujo en el más brutal desconocimiento de la soberanía e independencia paraguayas, y por ende de nuestra Carta Magna (1992), de que se tenga memoria, en los siglos XX y XXI, en este caso último de lo poco recorrido de él.

Las agresiones políticas y diplomáticas perpetradas por tanto “inmaduro” que anda suelto y con poder, ideológicamente orientadas por el “bolivarianismo”, nulos de nulidad absoluta, generaron daños intangibles y materiales al Paraguay, los cuales deben ser identificados y evaluados en todas sus dimensiones, incluyendo la económica, desde el momento en que sus actos antijurídicos y punibles por el derecho internacional lesionaron de extrema gravedad la soberanía e independencia nacionales y nuestra autodeterminación, supremos valores jurídicos y políticos que la Patria paraguaya, a lo largo de dos siglos, jamás consintió en subastar.

Al respecto, un medio de prensa escrita local informaba el domingo 14 que “Cualquier negociación para que el Paraguay vuelva al Mercosur debe basarse en el respeto pleno de nuestros derechos, aseguró ayer el ex canciller José Antonio Moreno Ruffinelli. Advirtió que el procedimiento no será sencillo, pero aclaró que no por eso se pueden relegar derechos soberanos que fueron avasallados” (http://www.abc.com.py/edicion-impresa/politica/reingreso-al-mercosur-debe-partir-del-respeto-al-paraguay-afirma-excanciller-463890.html).

En la misma edición, y pocos días después del inevitable rechazo por el Senado paraguayo del mal denominado “Compromiso Democrático” de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), conocido por el público como “Ushuaia II” (Montevideo, diciembre de 2011), y que con justa razón el jurista compatriota Juan Carlos Mendonça pide que sea declarado inconstitucional (http://www.jlsimong.blogspot.com/2012/10/despues-del-rechazo-del-compromiso.html), el matutino también advertía: “En la Cámara de Diputados está pendiente un proyecto de ley presentado por el diputado colorado Cándido Aguilera, que propone dejar sin efecto la Ley 4398/11, que aprueba el ingreso del Paraguay a la Unasur. Eso significaría el retiro inmediato de nuestro país del bloque regional. El texto tuvo entrada y fue girado a comisiones de Asuntos Constitucionales y de Relaciones Exteriores, pero hasta ahora no tiene dictamen” (http://www. abc. com. py/edicion-impresa/politica/el-congreso-espera-para-pronunciarse-463891.html).

En coherencia con tales recomendaciones, se expresó también la cabeza del bloque paraguayo en el pomposamente denominado “Parlasur”: “El presidente de la delegación paraguaya en el Parlamento del Mercosur, Alfonso González Núñez (ANR), manifestó ayer (por el sábado 13) que el Gobierno debe supeditar un eventual retorno al Mercosur al reconocimiento explícito y documentado de la flagrante ilegalidad que guarda la exclusión de Paraguay del bloque” (http://www.abc.com.py/edicion-impresa/politica/deben-reconocer-flagrante-ilegalidad-en-la-exclusion-463892.html).

La peregrinación regional de Patriota
Como se sabe, el tan inestable diplomáticamente ministro brasileño de Relaciones Exteriores, Antonio Patriota, en los últimos diez días realizó una ronda regional de consultas, con los demás miembros del Mercosur, sobre las derivaciones de la jurídicamente nula y políticamente irresponsable e injusta separación del Paraguay grupo de integración, interpretación que no aceptan pero temen a sus consecuencias. Lo que la “historietografía” denominará alguna vez la “peregrinación platense y sudamericana de Planalto e Itamaraty”, realizada por Patriota, le obligó a reunirse con sus colegas del área, en Río de Janeiro primero, con el de Uruguay, Luis Almagro, y después en Santiago, con el chileno Alfredo Moreno.

La humillante tarea de atenuar para el Brasil (¡“potencia mundial”!) los costos del tsunami diplomático derivado del aventurerismo “bolivariano”, en un Paraguay que no lograron derrotar, culminó en Buenos Aires con el lenguaraz y mediático canciller Héctor Timerman, otro militante del “socialismo siglo XXI”, de los que celebran con lujo asiático y para nada proletario (el de los nuevos ricos “kirchneristas”) la boda de la adorada hija en Punta del Este, y sin problemas para obtener divisas, “revolucionariamente”, desde luego.

Ninguna de las cancillerías aludidas mencionó el contenido de las conversaciones entre los fingidos “arrepentidos” aunque todas confirmaron que uno de los temas de cada encuentro fue cómo salir del Waterloo chavista de la ignominiosa (para propiciadores y ejecutores) expulsión del Paraguay del Mercosur, pues de otra manera no puede considerarse su “suspensión” ordenada por Chávez, a un costo multimillonario, cercano a los diez mil millones de dólares, como ahora sabemos. Es lo que diera origen al nonato Merc-Unasur, que en realidad debiera denominarse Mercado Común del Tráfico “Bolivariano” de Influencias Regionales (Mercotrafbolre).

Defender la dignidad y el interés nacionales
Es comprensible que una Cancillería, cuando lo es de verdad, negocie primero entre cuatro paredes sus diferencias con otras, como ocurre en este caso. Pero una cuestión es la responsabilidad profesional con que debe conducirse prudentemente una negociación diplomática a varias puntas, y muy otra es el recurso a los despóticos, autocráticos y absolutistas “arcana imperii”, que contravienen uno de los principios del Estado de derecho democrático, el de la transparencia de sus actos y omisiones.

No deben olvidar el Palacio de López, y el actual ministro José Félix Fernández E. que todo lo que ellos firmen es “ad referendum”, lo cual equivale a decir que sin la posterior aprobación por el senado, lo que hayan decidido con seudopotencias extranjeras, si la mayoría reglamentaria considera que no defiende el interés y la dignidad nacionales del Paraguay, inevitablemente será rechazado. Si no lo creen, que le pregunten a Lugo.

Es por eso que el presidente Federico Franco y su canciller, hasta antes de la destitución constitucional y legítima del ex presidente, fieles a sus estilos tradicionales de navegar todas las aguas que convengan a sus ilimitadas ambiciones personales, deben tomar en cuenta lo que modestamente se les presenta ahora como un ayuda memoria:

No deben (i) negociar sin haber logrado consenso político y nacional sobre los umbrales mínimo y máximo entre los cuales el Paraguay estaría dispuesto a aceptar incluso un subregional “matrimonio por conveniencia”, pero sin lesionar nuestras dignidad e intereses nacionales; (ii) tampoco aceptar el “reingreso” del Paraguay al Tratado de Asunción, el que siempre respetamos, sino la posibilidad de continuar en el Mercosur siempre y cuando Argentina, Brasil y Uruguay reconozcan sus gravísimas violaciones perpetradas desde “Ushuaia II” y sobre todo a partir de Mendoza, la cumbre presidencial de fines de junio pasado, lo que equivale a decir que son tales países los que deben regresar al esquema integracionista; (iii) mucho menos reconocer como válido el “ingreso” de la Venezuela chavista, mientras el senado paraguayo persista en su justa y políticamente correcta decisión de oponerse a tamaño pisoteo de las leyes internacionales y de nuestra Constitución; (iv) tampoco deben ser mantenidas negociaciones secretas entre Asunción y Caracas, trianguladas por medio de Itamaraty, y de tan lamentable actuación en esta coyuntura, para evitar que el injerencismo “bolivariano” que fracasó con las FF AA paraguayas ahora se canalice por medio de multimillonarios aportes a la candidatura oficialista, que al parecer es lo que buscan los “liberales” de hoy, a objeto de iniciar desde el Palacio de López una suerte de continuismo, el de un “luguismo sin lugo”, por medio de la débil e intrascendente fórmula Alegre-Filizzola; y mucho menos, el Palacio de López y su canciller, deben (v) olvidar el reclamo de las justas compensaciones a las que tenemos derecho a raíz de las lesiones padecidas por el Paraguay como resultado del aquelarre “bolivariano” que explotó con el juicio político, pero que viene de muy atrás, y tampoco dejar esta oportunidad para exigir correcciones a las anteriores prácticas de poder sin cortapisas que desde un inicio ejercieran ilegal e ilegítimamente en el Mercosur los representantes de Brasilia y Buenos Aires en perjuicio del Paraguay y el Uruguay, en el marco de relaciones complejas de interdependencias muy asimétricas.

Si así no lo hicieren, sepan que la Patria paraguaya, a través de “nosotros, el pueblo”, sabremos exigirles que se hagan cargo de sus irresponsabilidades históricas al momento de defender, como están obligados a hacer siempre, los intereses nacionales y la dignidad del Paraguay. ¡No al ingreso indigno del Paraguay al Merc-Unasur, y a mantenernos firmes en el proceso de integración original, del que somos legítimos y únicos custodios, y al que los agresores del Paraguay deben reincorporarse sin la Venezuela chavista, reconociendo y haciéndose responsables de sus hechos antijurídicos y punibles, para que empecemos a revisarlo revisado minuciosamente, con auténtico espíritu integracionista, pues no debemos continuar aceptando sus irregularidades sistémicas ya comprobadas, que beneficiaron a Brasilia, sobre todo, y a Buenos Aires, subsidiariamente!



JLSG

Asunción, a lunes 15 de octubre de 2012

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