viernes, 12 de octubre de 2012

Desarrollismo: Resumen y Análisis de las obras: "Cinco siglos de periferia" de Samuel Pinheiro Guimarães y “Los Desafíos de una Nueva Inserción Externa del Paraguay”, de Fernando Masi



Escribe Juan Carlos Duré Bañuelos
Abogado y Estudiante de la Maestría en Ciencias Sociales

Introducción

El tipo de desarrollismo que analizaremos en este trabajo tiene que ver con la teoría surgida en Latinoamérica en la segunda mitad del siglo XX, con mayor ímpetu en los inicios de la CEPAL, que estudia desde una perspectiva evolutiva a los países periféricos y dependientes, los cuales para ir logrando mayor autonomía deben dejar de ser meros exportadores de materia prima para su elaboración en los países industrializados y hegemónicos y su vuelta a los países periféricos; para ello era necesario, en los inicios del desarrollo de esta teoría, romper con esa cadena de reproducción de subdesarrollo y volcarse de lleno a la industrialización de los países periféricos dentro del contexto y dinámica universal.

En ese sentido el desarrollismo se diferencia de las teorías críticas discontinuistas que planteaban romper con el modelo económico mundial dependiente y plantear una nueva manera de organización independiente de la dinámica y contexto universal de dependencia hacia los países hegemónicos.

La teoría desarrollista ha ido evolucionando al correr de los tiempos, desde la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días, con varios ajustes, remiendos, contextos mundiales nuevos, emergencia de países periféricos e inclusive refutación y reniegos de algunos de sus propios fundadores.

Este trabajo consta de cuatro partes: 
I. Resumen de la obra "Cinco siglos de periferia", de Samuel Pinheiro  Guimarães, que trabaja la dinámica de la relación centro – periferia desde la perspectiva de uno de los grandes países periféricos (Brasil).
II. Resumen de la obra "Los Desafíos de una Nueva Inserción Externa del Paraguay", de Fernando Masi, que trabaja la dinámica de la relación centro – periferia desde la perspectiva de un país pequeño (Paraguay) de la periferia.
III. Marco teórico para entender la dinámica del desarrollismo en las obras de Samuel Pinheiro Guimarães y Fernando Masi, de Juan Carlos Duré Bañuelos, basado en la obras de estos dos escritores.
IV. Mapa de las Estructuras Hegemonicas, de Juan Carlos Duré Bañuelos.



I
Resumen de:
Cinco siglos de periferia
Samuel Pinheiro Guimarães

Teoría General

Relación Centro – Periferia:


Introducción

El sistema y la dinámica internacional han sido descritos e interpretados como resultado de un proceso positivo de creciente globalización, interdependencia y progreso económico, en el cual participan y se benefician, material y espiritualmente, cada vez más y de forma más democrática, todos los individuos en todos los países. Las sociedades y los individuos que por ventura no se benefician del progreso son ellos mismos, de acuerdo con esa imagen, debido a su arcaísmo, autoritarismo, incompetencia e ignorancia, los únicos y exclusivos responsables de su destino infeliz, en este mundo deslumbrante y pleno de maravillas.

Paradójicamente, individuos y países están sujetos a la acción maléfica diabólica e inexplicable del terrorismo, el narcotráfico y la violencia urbana.
Entretanto, para los grandes Estados y sociedades periféricos, sujetos a crecientes desigualdades internas y externas, a choques súbitos y la violencia de sociedades más poderosas, dicha interpretación ilusoria no es adecuada, ni suficiente, ni útil.


Estructuras hegemónicas

El concepto de estructuras hegemónicas es preferible al de Estado hegemónico. Se puede entender por Estado hegemónico el que, en función de su extraordinaria superioridad de poder económico, político y militar con relación a los demás Estados, dispone de condiciones para organizar el sistema internacional, en sus diversos aspectos, de tal forma que sus propios intereses, de todo orden, sean asegurados y mantenidos, si necesario por la fuerza, sin que alguna potencia o coalición de potencias pueda impedirlo de actuar.

Era esa, por ejemplo, la situación de los Estados Unidos en la inmediata posguerra. En aquel momento (1946), el producto interno bruto norteamericano era superior a un 50% del producto bruto mundial. Su estructura económica no solo no había sido afectada físicamente sino que había pasado por un extraordinario desarrollo tecnológico, impulsado por las necesidades de la guerra.

Las tropas norteamericanas ocupaban los países del Eje, los administraban y estaban estacionadas, en gran cantidad, en bases en países aliados, como Francia e Inglaterra, y en todos los continentes. Los Estados Unidos habían demostrado al mundo su liderazgo científico y tecnológico y la determinación política de utilizarlo, bombardeando con armas nucleares, con intervalo de tres días, las ciudades de Hiroshima y Nagazaki. Poseían más de un 50% de las reservas de oro del mundo y eran acreedores importantes de los países aliados, inclusive de la Unión Soviética, al igual que los países enemigos, debido a las reparaciones de la guerra. Mientras tanto, la guerra había humillado o devastado a las antiguas potencias europeas en términos de pérdidas de vida, traslado de refugiados y destrucción de la infraestructura y del stock de capital productivo. La periferia de los imperios coloniales no era aún industrializada y no tenía mayor importancia militar o tecnológica.

Los Estados Unidos, como país hegemónico, reunía condiciones sin precedentes históricos para intentar, una vez más, reorganizar el sistema político, económico y militar internacional. Se envolvieron en esa tarea por medio del proyecto de seguridad colectiva de la Naciones Unidas.

Es posible “atenuar” algunos aspectos de aquella definición de Estado hegemónico para relativizarla: no se necesita la superioridad absoluta de un Estado sobre los demás para caracterizarlos como hegemónico. Es posible aceptar algunas limitaciones de su capacidad de acción, en casos no esenciales. Uno de los aspectos de la condición de hegemonía es que el Estado es hegemónico en la medida en que tiene condiciones de abdicar de algunas ventajas que le otorga su hegemonía, en el corto plazo, en beneficio del objetivo mayor de asegurar el conjunto de sus intereses a largo plazo.

De ese modo, fue justamente la situación de hegemonía norteamericana en la posguerra que llevó al gobierno norteamericano a permitir a Japón el ejercicio de una política comercial proteccionista y de una política de inversiones que discriminaba el capital norteamericano. Esa benevolencia norteamericana hizo que Japón pudiese construir una de las tres mayores potencias económicas y tecnológicas del mundo, que compite actualmente con los Estados Unidos y con el cual tiene conflictos económicos notables. Los Estados Unidos permitieron tales políticas y, para ayudarlas, inclusive con la generosidad posible a una potencia hegemónica, abrieron su mercado durante décadas a los productos japoneses, con el triple objetivo de crear una “vitrina” de prosperidad capitalista enfrente a China, que se tornara comunista en 1949; de crear una plataforma de abastecimiento industrial militar para sus fuerzas en la guerra de Corea, entre 1950 y 1954; y, finalmente, de crear condiciones económicas que debilitasen el poderoso movimiento sindical socialista japonés.

La misma constelación de intereses de largo plazo de potencia hegemónica llevó a los Estados Unidos al proyecto de reconstrucción de Europa. Dicho proyecto estaba integrado por tres vertientes; el Plan Marshall, la Comunidad Económica Europea (CCE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El Plan Marshall fue un enorme programa de donativos y de inversiones privadas, inclusive en países donde los comunistas habían sido elementos decisivos en la resistencia contra el nazismo. Ya la OTAN construyó una barrera militar frente a la Unión Soviética, barrera cuya existencia legitimó la presencia permanente de tropas norteamericanas en Europa, hecho históricamente inédito.

Según algunos analistas, por no existir actualmente un Estado claramente hegemónico, el escenario internacional podría ser mejor descrito presentando una unipolaridad militar (hegemonía) norteamericana; una multipolaridad económica competitiva (ausencia de hegemonía), integrada por la “tríada”: Estados Unidos, Japón y Unión Europea; y un condominio político ejercido por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Otros analistas insisten en que el papel de los Estados es cada vez más reducido en el escenario internacional y que estarían siendo rápidamente sustituidos por empresas multinacionales, transnacionales, globales, que “eliminarían”, en la práctica, las fronteras y que desconsiderarían las legislaciones y políticas nacionales, de cualquier Estado y, con más razón, de los Estados periféricos.

Esos puntos de vista no toman en cuenta que los intereses económicos de las grandes empresas siempre han estado vinculados a los Estados, de una forma o de otra, desde el Comité de los 21 de la República Holandesa hasta a las grandes compañías inglesas de comercio y a las corporaciones transnacionales norteamericanas de hoy. Sin embargo, las megaempresas actuales no tienen cómo transformarse en organismos legislativos y sancionadores legítimos, o sea, aceptados por la sociedad, que serán siempre indispensables mientras haya competencia y conflicto entre empresas, clases, grupos sociales, étnicos, religiosos, etc.

Las principales funciones del Estado –además de la defensa del territorio y de su soberanía- son: legislar, o sea, crear normas de conducta; sancionar, o sea, condenar a los violadores de dichas normas; dirimir conflictos sobre su interpretación, y, finalmente, defender los interese de sus nacionales y de sus empresas cuando éstas se encuentran bajo jurisdicción extranjera.

Esas funciones estatales son radicalmente distintas de las funciones de las “empresas”, que consisten en producir y distribuir bienes de forma privada, a partir del mercado. La emergencia de agencias supranacionales, estructuras de naturaleza estatal, no extingue ni modifica la necesidad de aquellas funciones del Estado, ni invalida el racionamiento citado. En el pasado, como ilustra el ejemplo alemán, pequeños Estados soberanos o semisoberanos se unieron para formar entes estatales mayores para poder defender mejor los intereses públicos y privados de los miembros de su sociedad, individuos o personas jurídicas. Por lo tanto, el fenómeno “supranacional” no es nuevo.

Así, consideramos el concepto de estructura hegemónica más apropiado para abarcar los complejos mecanismos de dominación. El concepto de “estructuras hegemónicas de poder” evita discutir la existencia o no, en el mundo pos Guerra Fría, de una potencia hegemónica, los Estados Unidos, y determinar si el mundo es unipolarizado o multipolarizado, si existe un condominio o no. El concepto de “estructuras hegemónicas” es más flexible e incluye vínculos de interés y de derecho, organizaciones internacionales, múltiples actores públicos y privados, la posibilidad de incorporación de nuevos participantes y la elaboración permanente de normas de conducta, pero en el núcleo de esas estructuras están siempre los Estados nacionales.

Las estructuras hegemónicas tienen su origen en la expansión económica y política de Europa, que se inicia con la formación de los grandes Estados nacionales. En España, con la conquista de Granada y la expulsión de los moros (1492); en Francia, con el fin de la Guerra de los Cien Años (1453), la expulsión de los ingleses, y la creación, por Enrique IV, del Estado unitario; y en Inglaterra, a partir de la reina Isabel I (1558-1603). La expansión europea se acelera con el ciclo de los descubrimientos, después de la caída de Constantinopla (1453) que intensifica la búsqueda de la ruta marítima hacia Oriente y la consecuente expansión mercantil y la acumulación de riquezas con la formación de los imperios coloniales, a partir de Cortés (1521) y de Pizarro (1533) y en Brasil, a partir de la caña de azúcar en Pernambuco. La revolución tecnológica, militar e industrial de los siglos XVIII y XIX, con la máquina de vapor (precondición de la industria, al sustituir la fuerza animal, hidráulica y eólica por una fuente de energía permanente, regulable y estable), consolida la supremacía europea en el escenario internacional.

La dinámica de los ciclos de acumulación capitalista y de las relaciones entre el gran capital privado y el Estado y entre tecnología, fuerzas armadas y sociedad explica, en gran parte, los procesos de formación de las estructuras hegemónicas de poder. Esos procesos pasaron, entre 1917 y 1989, por una fase crucial de disputa con el modelo socialista alternativo de organización de la sociedad y el Estado, interrumpida de 1939 a 1946 por el conflicto, surgido en el interior de las propias estructuras, con los Estados contestatarios, Alemania, Japón e Italia (1939-1946).

Al superarse esa fase crucial, las estructuras hegemónicas han tratado de consolidar su extraordinaria victoria ideológica, política y económica mediante la expansión de su influencia y acción en todo el mundo, especialmente sobre los territorios que estuvieron, hasta poco tiempo antes, bajo la organización socialista y sobre aquellos territorios de la periferia a los cuales ellas habían permitido tácticamente “desvíos” de organización económica y política en el periodo más intransigente de la disputa con el modelo socialista alternativo.

Actualmente, las estructuras hegemónicas, cuyo liderazgo varía de acuerdo con el espacio geográfico, el momento y el tema en cuestión, desarrollan estrategias activas de preservación de su poder económico, tecnológico, político, militar e ideológico.


Estados periféricos: contrastes y semejanzas:

Contrastes:

  1. Hace referencia a las diferencias extraordinarias entre los grandes países de la periferia.
  2. Menciona la situación de reracionamiento vigilante en su relacionamiento recíproco, su desconocimiento recíproco.
  3. El esfuerzo permanente de los países centrales de estudiar la periferia y formular sobre ella sus propias visiones, como herencia de las necesidades de control del periodo colonial, visiones que son difundidas y absorbidas por la propia periferia; en contraposición a la escasez e incluso la inexistencia de estudios de nacionales de un país periférico sobre aspectos de otro, aun cuando sean vecinos.
  4. Diferencias religiosas, filosóficas, ideológicas, raciales.
  5. Enormes disparidades de renta y de propiedad, de riqueza y de pobreza, de cultura y barbarie en los grandes estados periféricos.
  6. El colonialismo y su influencia en la evolución de la periferia.

Semejanzas:

  1. Grandes estados periféricos: Aquellos países no desarrollados, de gran población y gran territorio, no inhóspito, razonablemente capaz de explotación económica y donde se formaron estructuras industriales y mercados inter4nos significativos.
  2. Importancia económica efectiva de una población numerosa que depende de su nivel educacional, de salud y de productividad (que depende a su vez del stock de capital) y, por lo tanto de su renta.
  3. Una población numerosa, en un territorio extenso, trae, en sí, un gran potencial económico, científico-tecnológico, militar y político.
  4. La población numerosa permite desarrollar un mayor número de actividades productivas y, en cada una de ellas, lograr escalas económicas mínimas de producción.
  5. Construcción de un mercado interno más amplio, diversificado y dinámico puede reducir la dependencia del mercado externo, la vulnerabilidad del sistema económico a choques exógenos.
  6.  Puede reducir la posibilidad de oscilaciones bruscas en los niveles dde bienestar de la población, y en su trayectoria de desarrollo.
  7. Sin una política orientada hacia ese objetivo no puede surgir en la periferia un mercado interno amplio, diversificado y dinámico.
  8. El territorio extenso y pasible de explotación económica implica la posibilidad de que posea mayor variedad de recursos minerales, mayor biodiversidad, producción agrícola diversificada, mayor necesidad de investigación y actividad espacial, de telecomunicaciones y aeronáutica, aéreas de punta del desarrollo tecnológico y económico.
  9. Esas potencialidades si fueran explotadas, causan menor dependencia con relación al abastecimiento de energía, de alimentos y de insumos industriales. Una menor dependencia, agregada a la mayor importancia relativa del mercado interno puede reducir no solamente la vulnerabilidad del sistema económico a choques externos, sino también su vulnerabilidad a presiones políticas y militares exógenas. 
  10. El desarrollo de las potencialidades provenientes de una población numerosa y de extenso territorio provocaría un efecto notable sobre la capacidad económica y el potencial militar y, en consecuencia, sobre la capacidad de ejercer influencia política en los ámbitos regional y mundial.
  11. Esas potencialidades para promover mayor acumulación de capital, desarrollo científico y tecnológico, producción y productividad, capacidad militar convencional y no convencional, competitividad amplia y diversificada en el ámbito internacional con menor vulnerabilidad a choques y presione externas, son las que distinguen a los grandes países periféricos de los demás países de la periferia.
  12. Los países medios, muy especialmente los pequeños Estados de la periferia, aunque sean capaces de acumular capital, desarrollar tecnología y lograr altos niveles de bienestar, tendrán, debido a las limitaciones de su población y territorio, que desarrollar grados más elevados de especialización productiva y que depender en mayor medida de insumos y de bienes finales del mercado mundial y colocar en el mismo una parcela mayor de su producción. Por ese motivo, los países medios, y más aún los pequeños, mini y micro Estados, estarán más sujetos a choques, naturales o artificiales, y a presiones externas, tanto políticas como económicas. Son más vulnerables y dependientes de las estructuras hegemónicas de poder y más sujetos a los efectos de la evolución de los grandes fenómenos que caracterizan el escenario internacional.

Objetivos estratégicos de los grandes Estados Periféricos:

  1. Disminuir las disparidades externas
  2. Construcción de la democracia real
  3. Lucha por la multiculturalidad y la identidad
  4. Reducción de la vulnerabilidad externa


Desafíos de la política exterior:
Grandes ejes geográficos:

Los Estados Unidos constituyen, por inexorabilidad geográfica, el gran desafío para la política exterior brasileña, pues Brasil está en una zona de influencia directa de la superpotencia.

La situación geopolítica de Brasil en América del Sur, donde tiene fronteras con diez países; su capacidad para articular iniciativas en defensa de los intereses de la región, intereses de la región, intereses que los Estados Unidos no siempre comparten; los ejercicios militares norteamericanos realizados en regiones cercanas a las fronteras con Brasil; las operaciones contra el narcotráfico y el terrorismo, con la participación de asesores norteamericanos en países vecinos; las constantes insinuaciones sobre la internacionalización de la Amazonía por razones ambientales y ahora con el pretexto de la futura escasez de agua, y la visión norteamericana de que las fuerzas armadas de los países de América del Sur deben reducirse a lo mínimo y cumplir funciones sólo de policía interna, son una gama de temas que pueden conducir a situaciones conflictivas.

Las necesidades del desarrollo económico brasileño, especialmente en sus aspectos externos, pueden fácilmente plantear desafíos de conflicto o de cooperación. Por una parte, la economía puede beneficiarse con las inversiones directas y financiaciones externas, que naturalmente generan lucros e intereses, los cuales, de alguna forma deben ser contrarrestados por ingresos de divisas que, en el caso brasileño, tendrán que proceder de superávits en la balanza comercial; y por otra, Brasil necesita expandir sus exportaciones, en especial hacia mercados de alto poder adquisitivo como los Estados Unidos, pero tiende a encontrar la reacción del proteccionismo, antiguo o “moderno”, de aquellos sectores que sufren con la competencia brasileña y que alegan ser víctimas de dumping, de subsidios etc., como demuestran los ejemplos del acero y del jugo de naranja.

La incapacidad de expandir las exportaciones debido al neoproteccionismo de los mercados desarrollados, combinada con la presión, en especial de los Estados Unidos, para que Brasil mantenga el régimen liberal de importaciones, puede llevar rápidamente a desequilibrios aún más graves en la balanza comercial. El déficit estructural de las demás rúbricas puede acentuar la tendencia a desequilibrios crónicos de la balanza de cuentas corrientes que, si no pueden ser financiados por ingreso de capitales, como actualmente (1999) ocurre, podrán obligar a adoptar políticas de control que se chocarán con fuertes objeciones norteamericanas.

La iniciativa de los Estados Unidos de situar bajo su hegemonía, mediante acuerdos en el cuadro de la Cumbre de Miami, a los países del hemisferio, siendo el proceso más avanzado el del ALCA, si no llevó a conflictos, antes, llevará por cierto a conflictos en el futuro. Las necesidades políticas y económicas de la sociedad brasileña, cuando llegue a una dimensión de más de 240 millones de habitantes, por el año 2025, se chocarán con ese marco jurídico, cuya característica central es reducir fuertemente los grados de libertad de conducir todo orden de políticas.

La continuidad del bienestar económico y de la seguridad política de los países altamente desarrollados depende de un esfuerzo permanente de investigación científica y tecnológica, en gran medida autónoma (pese a llamadas alianzas estratégicas), como ellos mismos no se cansan de reconocer y pregonar.

Este razonamiento se aplica con más razón a un país con las características de Brasil. Superar la idea, equivocada, de que el conocimiento científico y tecnológico se adquiere “libremente” en el mercado, y los esfuerzos para adquirir ese conocimiento, que debe ser autónomo, principalmente en la áreas más sofisticadas y de acceso restricto (y más lucrativas), representan un potencial de conflicto con quienes suministran los bienes producidos por esas tecnologías, en especial los Estados Unidos.

América del Sur es la circunstancia inevitable, histórica y geográfica, del Estado y de la sociedad brasileña.

Brasil es uno de los Estados con mayor número de vecinos, diez, con un litoral de los más extenso del mundo, y la asimetría territorial, demográfica y económica entre este país y sus vecinos es extraordinaria.

Hasta el momento, por diversas razones, las relaciones entre Brasil y sus vecinos fueron relativamente tenues, excepto con los países del Cono Sur, donde se desarrolla una iniciativa estratégica de integración económica a partir de un esquema de una unión aduanera y que actualmente enfrenta un triple reto: la profundización temática, su ampliación geográfica en América del Sur y su supervivencia ante el ALCA, como se vio en el capítulo anterior.

Con los demás vecinos, la distancia entre los respectivos centros dinámicos, la selva, la montaña y el desierto demográfico en las fronteras han sido obstáculos que tornaron escasas tanto las posibilidades de cooperación como las situaciones de conflicto.

En la medida en que la economía brasileña se articula con las de sus vecinos por vínculos de infraestructura, como ITAIPU, el gasoducto Brasil-Bolivia, y la interconexión eléctrica con Venezuela; en que las fronteras se vuelven más pobladas y aumenta el número de inmigrantes; en que crecen el comercio y las inversiones brasileñas en los países vecinos; en que se acentúan las disparidades sociales, las tensiones y los conflictos internos estimulados por las políticas neoliberales en ciertos países, como Colombia, las situaciones de cooperación y las de conflicto pueden convertirse en un reto cotidiano, sumamente delicado y complejo, para la política exterior brasileña, que tendrá que rebasar la retórica para lograr niveles mucho más profundos de cooperación política y económica.

África, en especial su cono sur –donde se encuentra la mayor economía del continente, los dos mayores Estados africanos de lengua portuguesa, además del Congo, con sus extraordinarias riquezas minerales-es hasta hoy en día un poco más que una hipótesis de frontera de política exterior. Urge elaborar un programa estratégico del Estado brasileño con recursos definidos, aunque inicialmente modestos, para construir vínculos políticos, militares, comerciales y tecnológicos. La ilusión de que las empresas brasileñas o extranjeras ubicadas en Brasil podrían, espontáneamente, construir esos vínculos, debe ser superada, pues las primeras no disponen en general de los recursos organizativos y financieros, al tiempo que las segundas, por motivos obvios, no lo harán, pues ya se encuentran en esas áreas o, si no se encuentran, se instalarán allí cuando crean conveniente, por medio de sus matrices.

Europa es uno de los desafíos más complejos y ambiguos para la política exterior brasileña.
Por una parte, los principales Estados europeos se articulan de una forma u otra con los Estados Unidos, en el ámbito de las estructuras hegemónicas de poder, cuando se trata de definir sus políticas con relación a la periferia del sistema internacional, inclusive con Brasil, como fue demostrado al final de la Ronda de Uruguay.
Por otra parte, las disputas veladas o abiertas, entre la Unión Europea y los Estados Unidos, en distintas instancias, abren oportunidades de cooperación entre Brasil y esos Estados, en especial en las áreas de ciencia y tecnología y de la lucha por la preservación de las identidades culturales nacionales contra la homogeneización cultural anglosajona.

En diversos momentos se intentaron, con distintos grados de éxito, operaciones para establecer una amplia cooperación entre Brasil y los Estados más importantes de Europa, o sea, Alemania, Francia e Italia, como la implantación de la industria automovilística y aeronáutica, el programa nuclear y el programa del avión de combate AMX.

Los actuales programas de cooperación científica y tecnológica pueden ser la base para construir programas más intensos, que abarquen desde la investigación hasta la construcción en áreas de especial complejidad y de gran importancia para el futuro desarrollo tecnológico; para ello, es necesario elaborar decisiones de Estado, o sea, definir programas estratégicos y altamente enfocados por parte de Brasil.

Asia presenta hoy día, ante la crisis que se abatió sobre los tigres, dragones y gansos asiáticos, una lección y oportunidad de gran interés para la política exterior brasileña. La lección fue haber revelado la fragilidad de las políticas de desarrollo excesivamente volcadas en el mercado externo, que habían sido elogiadas hasta el cansancio por los medios de comunicación y por la academia, y haber permitido una reflexión mayor sobre la importancia del mercado interno para países con la dimensión y el potencial de Brasil. La oportunidad es que aquellos países acumularon una experiencia y un conocimiento tecnológico que les permite construir programas de cooperación entre empresas brasileñas y de esos países naturalmente con el apoyo del Estado, en áreas de tecnología avanzada de gran interés para Brasil, como la tecnología de la información.

Fuera de la crisis, la India y China representan un desafío político para la diplomacia brasileña, como grandes Estados con interés en la multipolaridad del sistema internacional y en la lucha contra hegemonías que intentan impedir la plena realización del potencial de los Estados de la periferia.


Ejes temáticos:

La movilización disciplinada del ahorro externo demanda un esfuerzo especial de la diplomacia. Por un lado, se verifican dificultades crecientes de la balanza de pagos y, por lo tanto, hay necesidad de atraer inversiones que aumenten la capacidad productiva y las exportaciones, y, por otro, está en curso un esfuerzo político de las estructuras hegemónicas de definir, negociar e imponer normas jurídicas internacionales, como el Acuerdo Multilateral de Inversiones (MAI). Dichas normas limitarían cada vez más la posibilidad de que los países hospedantes establezcan condiciones y regulen las actividades de las inversiones de las mega empresas multinacionales.

Esta es una situación en que si Brasil no acepta esas normas, se crearían situaciones de conflicto con los Estados más poderosos que promueven su negociación, al tiempo que su aceptación provocaría graves perjuicios a la amplitud de ejecución de políticas de desarrollo.

Se vuelve necesario articular la cooperación con otros países que son, como Brasil, receptores de capital, en el sentido de tratar de asegurar la mayor libertad posible para disciplinar las inversiones extranjeras directas, en especial en lo que respecta al esfuerzo que deben hacer para aumentar los ingresos de divisas de los países hospedantes.

La posibilidad de articulación internacional para controlar la conducta de capitales (especulativos) de corto plazo parece remota, al tiempo que cada país, como alguno lo están haciendo, puede tratar de desarrollar políticas que reduzcan su dependencia de esos capitales predatorios.

La expansión de los organismos internacional y la normalización plantean a Brasil un desafío extraordinario, que se disimula por el culto al formalismo jurídico y por la posición, altamente equivocada, de que mejor tener una norma jurídica internacional de que no tener.

No se necesita pensar dos veces para concluir que es peor aceptar y legitimar una norma jurídica internacional asimétrica o falsamente “reciproca”, que cristaliza una relación de poder perjudicial a Brasil, que no aceptarla.

Hay que observar que las agencias internacionales están comprometidas con un proceso amplísimo de elaboración de normas, inducido y conducido por los Estados que se encuentran en el centro de las estructuras hegemónicas, para disciplinar las relaciones económicas y políticas internacionales, de tal forma que se consolide y perpetué el poder de dichas estructuras hegemónicas.

En el campo económico, esas agencias internacionales, sacando provecho de las crisis periódicas de los stocks excesivos de deuda externa provocan en las economías periféricas, pasaron a elaborar y a imponer normas de conducta que limitan la posibilidad de los Estados de formular y ejecutar políticas de promoción del desarrollo económico.

Asimismo, la concentración de poder político y militar que se verifica por la acción combinada para fortalecer el Consejo de Seguridad y para imponer acuerdos “desiguales” de armamentos, convencionales o no, hace del ingreso de Brasil en el consejo de Seguridad la cuestión central de la política exterior.

Este tema no tiene nada que ver con la participación en órganos económicos internacionales, como el G7, hoy G8, ni con la amistad con otros Estados: se trata, eso sí, como hemos visto en el capítulo anterior, de una oportunidad única, que surge de la conjunción de tres factores. La necesidad de incluir a Alemania y Japón en el consejo, el mecanismo jurídico de enmienda a la Carta y la no representación actual, en el Consejo, de la periferia y de América Latina.

Sin perjuicio de su amistad con vecinos o de la importancia de una mayor participación en los organismos económicos internacionales, Brasil debe aprovechar esa oportunidad que se presenta ahora y que no se repetirá.

El acceso a la tecnología de punta es crucial para el desarrollo brasileño y para su capacidad de acción política. Obviamente, los países líderes en investigación científica y tecnológica cuidan el sigilo de sus actividades y descubrimientos. Sin embargo, se abre una oportunidad de atraer mano de obra científica excedente en ciertos países, como Rusia, hacia nuestros centros de investigación y desarrollar sociedades como la que existe con China en el área espacial. Es evidente que sin un programa estratégico de Estado ninguna de las iniciativas puede prosperar.

Las cuestiones relativas al medio ambiente pueden encararse desde dos ángulos: primero, el uso adecuado, a largo plazo, de los recursos naturales; y segundo, la división internacional de los costos de preservación del medio ambiente. Desde el primer ángulo, es obvio que es interés de la sociedad brasileña, aunque no de todos su segmentos, preservar el medio ambiente nacional y las estrategias y programas de controlo de fenómenos ambientales transfronterizos, como la reducción de la capa de ozono. Desde el ángulo de la política internacional, es indispensable tener siempre presente que los países centrales son responsables casi exclusivos de riesgo principal al medio ambiente, o sea su stock de armas nucleares, sus centrales nucleares civiles y el depósito de desechos nucleares, y de lejos, por la mayor parcela de daños de todo orden al medio ambiente, como la emisión de gases tóxicos.

El desafío a enfrentar es evitar que esos países, por medio inclusive de la difusión de teorías equivocadas sobre el origen de los daños al medio ambiente, logren aprobar estrategias internacionales que incluyan metas y sistemas de distribución de encargos que penalicen a los países subdesarrollados, tornándolos responsables de una parcela mayor de los costos relativos a la preservación ambiental.

La cuestión de los derechos humanos tiene igualmente dos aspectos. El primero corresponde al interés de la sociedad brasileña, en especial sus mayorías, victimas de la concentración de poder y de las violaciones que preservan esa concentración, en que se adopten políticas energéticas de defensa y promoción de los derechos humanos lato sensu, o sea, económicos, políticos, sociales, desde sanciones a las violaciones específicas hasta el rechazo de políticas concentradoras de renta y riqueza.

El segundo aspecto es la manipulación, por parte de las estructuras hegemónicas, del tema de derechos humanos contra los Estados de la periferia, cuando les es conveniente, al mismo tiempo en que cometen actos de violación de derechos humanos de mayor gravedad como, según estudios de la Facultad de Salud Pública de Harvard, la muerte de 500 mil niños en Irak debido al embargo promovido por los Estados Unidos, por medio de la ONU.

El desafío para la política exterior brasileña es doble: demostrar los esfuerzos de defensa y respeto a los derechos humanos en Brasil y, segundo, denunciar la utilización selectiva de ese concepto como instrumento de política internacional por terceros países directa o indirectamente, por medio de organizaciones no gubernamentales que muchas veces cuentan con financiación oficial.

La construcción de la capacidad militar es un tema muy importante, pese a la opinión de quienes consideran que hemos ingresado en una era de paz, que Brasil es un país pacífico y que por esas dos circunstancias puede prescindir de fuerzas armadas. Como hemos visto las tendencias del sistema internacional, en especial la concentración de poder y la marginación de Estados y grupos sociales estructuras hegemónicas y de la superpotencia, hacen prever una era de conflictos de todo orden y del uso de la fuerza por las estructuras hegemónicas para controlar la periferia.

De ese modo, en este contexto internacional, el examen superficial de tres hipótesis “radicales” de evolución de la sociedad brasileña, revela la importancia de la capacidad militar en ese mundo inestable, violento e imprevisible, como han demostrado los acontecimientos de los últimos años.

La primera hipótesis “radical” supone que el capitalismo en Brasil se consolida, que la economía se integra, que los desequilibrios regionales y de renta se amenizan. Se verificaría, a partir de cierto momento, un proceso de acumulación de capital de tales dimensiones que Brasil se transformaría de país receptor en país exportador de capitales.

En ese caso, las inversiones y los intereses de las empresas brasileñas en diversos Estados, y los interines del Estado brasileño, empezando por vecindad geográfica, en algunas de las situaciones que fueron anteriormente señaladas, no serán necesariamente protegidas solo por buenas intenciones y hermosas palabras y, por cierto, al igual que la política exterior de Estados con intereses mundiales, la nuestra tendrá que incluir el aspecto militar.

La segunda hipótesis es la de que, debido a las graves desigualdades internas y vulnerabilidades externas, el proceso de desarrollo capitalista sería incapaz de integrar a la sociedad. La creciente marginación y la exclusión social de regiones y de grupos de la sociedad brasileña provocarían situaciones conflictivas de tal naturaleza, que podrán conducir eventualmente a modificar las estructuras políticas y al surgimiento de regímenes capaces de adoptar políticas fuertemente contrarias a los intereses de otros Estados. En ese caso, como en el anterior, la defensa de nuestra soberanía y autodeterminación exigirían la existencia de fuerzas armadas aguerridas, adiestradas y modernas.

La tercera hipótesis es la de que las dificultades en promover el desarrollo integrado, y en reducir las disparidades regionales y personales de riqueza, renta y poder agudicen las tensiones políticas, lleven a una situación de anomia y de serios conflictos sociales y regionales. La tentación de la intervención de terceros Estados, seriamente, por una u otra razón –ya se para proteger sus intereses, o para apoyar separatismos- sería grande. Para que el Estado y la sociedad brasileña puedan defenderse de esas hipótesis, hoy día remotas, pero que pueden convertirse en posibilidades cada vez más concretas, la organización de fuerzas armadas democráticas, adiestradas, equipadas y eficientes, es esencial, incluso para desestimular veleidades de intervención extranjera.

La lucha por la construcción de un mundo multipolar deber prevalecer en la estrategia para reducir la vulnerabilidad externa de cualquier gran Estado periférico, inclusive Brasil. La lucha por la multipolaridad amplia para Brasil el espectro de posibilidades de construir alianzas especificas, con el propósito de reducir los efectos de la concentración de poder que aumenta cotidianamente el abismo entre Estados y sociedades y augura un futuro de violencia para preservar privilegios provenientes de esa concentración.

Mientras las estructuras hegemónicas y la periferia, espera y aguarda que la sociedad brasileña se convenza de que solo nuestro esfuerzo, nuestra autoestima y nuestra confianza podrán construir una política de desarrollo soberna y eficaz, por no estar subordinada a los intereses y a los objetivos de las estructuras hegemónicas.

Solamente así se aumentará la probabilidad de lograr el gran objetivo estratégico de “escapar de la periferia”, esencial para que la sociedad brasileña pueda usufructuar de los beneficios de un progreso económico sostenido, de una justicia social creciente y del ejercicio de la democracia real.


II
Extractos de “Los Desafíos de una Nueva Inserción Externa del Paraguay”,  Fernando Masi

Nuevo orden mundial

Un nuevo orden mundial se encuentra en ciernes y su consolidación se espera en las próximas décadas. La reconfiguración del sistema económico y político mundial se presenta a partir de los siguientes hechos: la emergencia de poderes intermedios frente a los países desarrollados, la construcción de un nuevo motor del dinamismo económico mundial en el Asia, el surgimiento de nuevas tendencias como el envejecimiento de la población y el fin de la era de las materias primas baratas a nivel internacional.

En este contexto, el Paraguay debe optar por una estrategia de integración al mundo, antes que el cambio mismo imponga la forma en que el país se integrará. Sin embargo, esta necesidad de fijar una estrategia de inserción externa de largo plazo despierta unas serie de inquietudes, las cuales precisan ser contestadas asertivamente si se desea alcanzar exitosamente una integración beneficiosa. Algunas de estas son: ¿Cuál es el rol del Estado en la inserción internacional de un país que ha dejado este espacio a intereses privados de carácter muy atomizado y a las fuerzas internacionales? ¿Cómo será la estrategia de inserción del país y cuáles serán las bases de sustentación de este modelo económico/político? ¿Cómo se construirán las alianzas público-privadas para aprovechar la nueva situación y apostar a una inserción que permita el desarrollo económico del país, en base a la mejora de su estructura productiva, sus capacidades y sus conocimientos?


El nuevo contexto mundial

Para una inserción económica diferente y competitiva del Paraguay en la región y en el mundo, se deben considerar, además de los cambios estructurales que ha sufrido el país a partir de la instauración del proceso democrático, los cambios en el sistema económico y político mundial en los últimos diez años. Estos están mostrando una desaceleración en los países desarrollados que han dominado la economía mundial en gran parte de los últimos 200 años (Estados Unidos, Europa Occidental y Japón), con la emergencia de una serie de potencias intermedias, que poseen una gran extensión de tierras, gran cantidad de población, y cuyas economías, en los últimos años, han crecido fuertemente, así como su influencia política y sus ambiciones a nivel global (Brasil, Rusia, India, Irán*, China, Sudáfrica – BRIICS). Por otra parte, otros países del mundo en desarrollo crecen también considerablemente, integrándose al fragmentado sistema global y fortaleciendo sus posiciones en el plano internacional: es el caso de los llamados “tigres” del Sudeste Asiático. En el caso sudamericano, ejemplos notables de esta dinámica son México, Chile, Perú y Colombia.
* Es agregado mío por las relaciones que tienen estos países con Irán.

El nuevo mundo

El nuevo milenio ha hecho visibles cambios importantes en el eje de las relaciones entre países y la forma en que se realizan las transacciones comerciales y las inversiones mundiales.

En primer lugar, la fragmentación de la producción, resultado de los cambios geopolíticos, económicos y tecnológicos en los últimos años, dio lugar a la modularización de las actividades productivas. Esto permitió el surgimiento de una nueva división del trabajo a nivel internacional, y la aparición de nuevas oportunidades económicas para los países en desarrollo (Berger, 2006). Así, la lógica del comercio mundial se transformó: las grandes empresas transnacionales se han convertido en distribuidores de la producción de bienes y, subsecuentemente, de los beneficios económicos en importantes partes del globo terráqueo. Este fenómeno ha permitido la creación de cadenas globales y regionales de valor, las cuales dominan las relaciones entre las empresas que forman parte del tejido productivo mundial (Dunning y Lundan, 2008; Gereffi, Humphrey y Sturgeon, 2005).

Este tipo de nueva estructura permite la posibilidad de generar comercio intraindustrial en regiones donde el mismo era prácticamente inexistente 30 años atrás, siendo los ejemplos más notables China y el Sudeste Asiático (Fukao, Ishido e Ito, 2003; Haddad, 2007). Por otra parte, la mejora de las telecomunicaciones dio lugar al outsourcing de servicios al exterior, un proceso que es recurrente en países como la India y, en los últimos tiempos, Tailandia (Jain, 2006).

En segundo lugar, en los últimos años se ha visto una nueva situación en torno a los precios de los productos básicos a nivel mundial. Durante la última década estos precios han aumentado significativamente; lo que puede observarse en el crecimiento del índice de precios de commodities primarios realizado por el FMI. Esto ha causado importantes modificaciones en la estructura del comercio de los países exportadores de este tipo de bienes, y ha puesto fuerte presión en aquellos importadores netos.

En tercer lugar, la cada vez mayor competencia mundial para el crecimiento de la productividad y de la competitividad en base a innovaciones tecnológicas impone a los países la necesidad de la mejora de su infraestructura (Brooks, 2009; Fujimora, 2004) y la capacitación de sus recursos humanos (Arce y Servín, 2011). Países que anteriormente se encontraban en posiciones periféricas en la economía mundial comienzan a ser integrados en base a los intereses específicos de otros países o empresas multinacionales: este es el caso de la integración del África en nuevas cadenas globales de valor (Gibbon y Ponte, 2005).

Estas nuevas condiciones mundiales marcan un nuevo momento para los países de América del Sur, que comienzan a recomponer su rol de exportadores en el contexto mundial y a tener una oportunidad para cambiar su tipo de inserción económica internacional actual, a partir del crecimiento económico de la última década.


La nueva región

En este sentido, Sudamérica recupera su rol de proveedor de materias primas a las nuevas regiones manufactureras, ya sea tanto vía commodities minerales como vía commodities agrícolas. El marcado repunte económico de los últimos años está fundado en la exportación de estos productos básicos, que ha permitido la mejora en las condiciones de vida de aquellos países intensivos en recursos naturales.

Sin embargo, dentro de la misma región esto ocurre de forma diferenciada. Las estrategias de los países de integración al mundo difieren fuertemente. En los últimos años existe una creciente división del territorio sudamericano en dos grandes ejes, el Atlántico (Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela, Bolivia) y el Pacífico (Chile, Perú, Ecuador, Colombia). Mientras que en el primer caso los países tienen una tendencia a la unificación de intereses, liderada por Brasil, hacia un desarrollo endógeno; los países del Pacífico, de economías más pequeñas, buscan el acercamiento mayor a las economías de alto crecimiento del Asia, y una mayor apertura del comercio a nivel global. Estas posturas se ven reflejadas en las decisiones internas de los países: mientras los gobiernos del Pacifico son más proclives a los intercambios comerciales y desarrollan una estructura productiva con incipientes progresos en diversificación, pero aún basada en exportación de commodities minerales: los países del Atlántico se muestran más retice4ntes al comer4cio internacional y más proclives al desarrollo de sectores industriales para la explotación del mercado interno de estos países, con la esperanza de una mayor explotación del vasto mercado brasileño.

Por otra parte, la exportación de commodities está teniendo un efecto no buscado, que es la resta de competitividad a los productos vía aumento del precio de moneda local (Enfermedad Holandesa), obstaculizando la diversificación de la canasta exportable. Esto, sumando al preponderante rol de China y los países del Este Asiático en la producción de manufacturas a nivel mundial, pone en riesgo la capacidad de diversificación de las economías y pone en duda la sustentabilidad de las estrategias de crecimiento basadas en la exportación de productos con bajo valor agregado. La necesidad de establecer estrategias para el desarrollo productivo y la inserción exitosa al mercado mundial es una meta compartida por todos los países de la región.


Recomendaciones

El Paraguay puede aprovechar los cambios a nivel regional y mundial si apuesta a un nuevo tipo de integración con el mundo. La mediterraneidad del país, sin alternativas viables de salida al mar en más de mil kilómetros, puede se paliada con una buena red de vasos comunicantes, desarrollados con una nueva infraestructura vial y la mejora del existente. También se debe tener en cuenta que la posición geográfica del Paraguay entrega ciertos beneficios de localización (dada su equidistancia con varios polos productivos de Sudamérica) poco explotados debido a la falta de estos vasos comunicantes. El impulso a los programas de infraestructura referidos al la mejora de la calidad de navegación de la Hidrovía Paraguay – Paraná debería ser fuertemente apoyado por Paraguay, el que debería buscar aliados en Bolivia, Argentina y Uruguay para la reactivación de los programas.

Un  proceso de mayor industrialización del país es necesario para asegurar, no solamente la mayor diversificación de los mercados de exportación del Paraguay que hoy se encuentran muy concentrados en cuatro o cinco de ellos. La prioridad la deben tener aquellos sectores con sectores con ventajas comparativas reveladas (agro – industriales y con los cuales existen facilidades para la cre4ación de cadenas productivas con los países vecinos u otros de la región que ayuden a proyectar la oferta exportable del Paraguay a los mercados regionales e internacionales. Sin embargo, no deben descartarse otros sectores que pueden ser muy atractivos para la inversión externa directa y que puedan aprovechar ventajas existentes en el país para hacer frente a demandas crecientes en los mercados. Estas industrias de tecnología media y alta pueden tener un impacto importante en la economía, principalmente a través de la creación de encadenamientos productivos, transferencia de tecnología y calificación de la mano de obra nacional.

Finalmente, el proceso diversificación productivo y mayor industrialización para el aumento de la oferta exportable y una atracción importante de la Inversión Extranjera Directa en el Paraguay, debe estar acompañado de una política energética orientada a la producción y no exclusivamente a la venta del mayor recurso energético con que cuenta el Paraguay, la hidroelectricidad, a los países vecinos. Justamente, la postergación y retraso posterior de desarrollo industrial del Paraguay se ha debido, en una parte importante, a la existencia, por décadas, de una política de alentar el comercio con los países vecinos en base a la reexportación para la obtención de beneficios económicos de corto plazo derivados de la intermediación comercial.

Los obstáculos pueden ser superados a partir de una acción estatal coherente, consistente y basada en una estrategia de largo plazo, que se apoye en (y a su vez promueva) las nuevas iniciativas surgidas en torno a la integración sudamericana.

La actual agenda sudamericana para los próximos años hace hincapié en la necesidad de mejorar las conexiones entre los países del subcontinente. Repetidas hipótesis de conflicto entre los países de Sudamérica han obstaculizado en las décadas pasadas acuerdos de esta naturaleza, razón por la cual los canales para la circulación de bienes y la exportación entre los países de Sudamérica son escasos, incluso luego de varios años de proyectos de integración comercial. La aceleración de la aplicación de esta agenda es un interés prioritario del Paraguay, que sería uno de los más beneficiados por la apertura de nuevas vías de comunicación entre los países del subcontinente.

Por otra parte, es necesario que el Paraguay insista en la remoción de las asimetrías regulatorias impuestas por los socios mayores del MERCOSUR. A pesar de contar en  compensaciones futuras por eliminación del doble cobro de aranceles de importación, con la facilidad de los fondos estructurales para las economías pequeñas a través del FOCEM, y con las nuevas compensaciones derivadas del acuerdo de renegociación de ITAIPU, los beneficios derivados de estas iniciativas pueden reducirse o anularse completamente si las economías más grandes continúan con prácticas y políticas distorsivas de mercado. Estas prácticas se traducen en un aumento de las restricciones de acceso a los mercados de la economías mayores, en el uso discrecional de incentivos fiscales, crediticios y similares que distorsionan la compete4ncia en el mercado regional, inhiben la inversión externa directa en el país (desviada hacia otros Estados socios) y atrasan el desarrollo de un polo productivo exportador en Paraguay.

Las compensaciones derivadas del FOCEM y del acuerdo por la eliminación del doble cobro del Arancel Externo Común (AEC) deberán estar orientadas, mayormente, al mejoramiento de las conexiones viales y de la hidrovía con el resto de los países de MERCOSUR, reduciendo de esa forma los costos extra de transporte y de logística comercial en los que el Paraguay incurre como país mediterráneo.

No obstante, las mejoras en la circulación de bienes a nivel regional y la ampliación de los canales de distribución de los productos exportables deben ir acompañados de un cambio den la calidad, cantidad y forma de distribución de la oferta exportable paraguaya. Más acuciantes aún son las transformaciones necesarias para solventar las deficiencias del país en recursos humanos y tecnológicos, así como la falta de una estrategia de desarrollo productivo y la ausencia de fomento de la innovación, instrumentos fundamentales para incrementar la competitividad del país.

La capacitación es muy importante para el desarrollo del Paraguay y son las empresas más competitivas del país las que tienen mayor conciencia de esta importancia. Las empresas nacionales competitivas, en gran medida, se apoyan en procesos internos de capacitación. De esta manera, basan su expansión en recursos propios, o (en raras ocasiones) en acuerdos con empresas extranjeras. Dado este desarrollo puramente autónomo, tienen, al menos, actitudes escépticas sobre la capacidad real de Estado paraguayo para ayudarlas en su proceso de crecimiento. El acercamiento, por lo tanto, debe ser gradual y con objetivos claros de corto, mediano y largo plazo previamente fijados, de forma tal que se mantenga el interés en los proyectos.

Una de las necesidades más fuertes del Estado paraguayo es establecer las correctas alianzas público-privadas necesarias para encaminar al país en la senda del desarrollo económico sustentable. Las alianzas público-privadas deben ser bien escogidas, con la finalidad de integrar a las empresas en la estrategia de desarrollo del país sin que esto implique la captura de entes estatales por parte del sector privado. La identificación de aquellos actores privados competitivos, emprendedores y capacidad de generar sinergias con el sector público es un punto de gran importancia. El desarrollo de nuevos nichos de mercado y la confección de nuevas alianzas con empresas privadas emergentes es una necesidad para avanzar en una nueva agenda de desarrollo. En este aspecto, es clave que las instancias públicas que trabajan en la mejora de la competitividad, el aumento de las exportaciones y la atracción de inversiones sean dotadas de funciones y de un programa que les permita actuar como principal espacio institucional articulador de los intereses  del sector privado.

Asimismo, la entrega de recurso a pequeños y medianos emprendedores para la apertura de nuevas unidades de negocio en nichos de mercado no tradicionales, y el apoyo a los mismos para su internacionalización a través de cadenas regionales y globales de valor, son un componente que debe ser tenido en cuenta para futuros planes público-privados de inserción externa.

Cabe destacar la necesidad de un andamiaje institucional preparado para afrontar los desafíos externos y atender las demandas internas. En este sentido, el Estado paraguayo ha adolecido de deficiencias históricas para convertirse en el eje del desarrollo del país. Tales deficiencias se trasladan directamente al plano de la política externa. Las deficiencias del sector público en estos menesteres, no obstante, son la contracara de un sector privado de poca envergadura e históricamente concentrado en operaciones poco beneficiosas para el desarrollo productivo del país.

Sin embargo, cabe hacer referencia a la necesidad de una reformulación global de la política externa del Paraguay, adecuándola a las necesidades del país y dotándola de un cuerpo diplomático capaz de poder llevar adelante los objetivos de desarrollo para un país pequeño, mediterráneo, pero con gran potencial en el nuevo contexto mundial. El paraguay precisa fijar un rumbo en sus relaciones con el mundo que esté en consonancia con la búsqueda de un mayor desarrollo nacional. Estas premisas forman un primer acercamiento a la problemática actual, que deber ser continuado y profundizado en los años venideros.

III

  Marco teórico para entender la dinámica del desarrollismo en las obras de Samuel Pinheiro Guimarães y Fernando Masi (Juan Carlos Duré Bañuelos)

Dependencia

Relación de subordinación de naciones independientes, por medio de las relaciones de producción convirtiéndose en naciones dependientes que aseguran la reproducción del enriquecimiento en los países desarrollados y subdesarrollo en los países de la periferia.


Estado Hegemónico

Es aquel que, en función de su extraordinaria superioridad de poder económico, político y militar con relación a los demás Estados, dispone de condiciones para organizar el sistema internacional, en sus diversos aspectos, de tal forma que sus propios intereses, de todo orden, sean asegurados y mantenidos, si necesario por la fuerza, sin que alguna potencia o coalición de potencias pueda impedirlo de actuar.

Estados Unidos es identificado por muchos autores, vinculados y no vinculados con el desarrollismo, como un país hegemónico a partir del final de la segunda guerra mundial, para luego ir cediendo paulatinamente esa hegemonía con el objeto de lograr una formación estructural hegemónica más amplia que le dé mayor dinamismo, sustentabilidad, seguridad y legitimidad a los intereses de actores públicos y privados comunes de determinados Estados nacionales que vendrían a ser los más influyentes en el concierto internacional.

Estructuras Hegemónicas

Complejos mecanismos de influencia que incluye vínculos de interés y de derecho, organizaciones internacionales, múltiples actores públicos y privados, la posibilidad de incorporación de nuevos participantes y la elaboración permanente de normas de conducta, pero en el núcleo de esas estructuras están siempre los Estados nacionales.

Los Estados identificados por los dos autores como miembros más predominantes de la Estructura Hegemónica son: Estados Unidos, Unión Europea, Japón y a estos se les puede sumar a Israel (EUJI).

Grandes países periféricos

Aquellos países en vías de desarrollo, de gran población y gran territorio, no inhóspito, razonablemente capaz de explotación económica y donde se formaron estructuras industriales y mercados internos significativos.

Los grandes estados periféricos orientados a una formación política multipolar en el nuevo escenario internacional son: Brasil, Rusia, India, Irán, China, Sudáfrica (BRIICS).

Medianos y pequeños países periféricos

Los países medios, muy especialmente los pequeños Estados de la periferia, aunque sean capaces de acumular capital, desarrollar tecnología y lograr altos niveles de bienestar, tendrán, debido a las limitaciones de su población y territorio, que desarrollar grados más elevados de especialización productiva y que depender en mayor medida de insumos y de bienes finales del mercado mundial y colocar en el mismo una parcela mayor de su producción. Por ese motivo, los países medios, y más aún los pequeños, mini y micro Estados, estarán más sujetos a choques, naturales o artificiales, y a presiones externas, tanto políticas como económicas. Son más vulnerables y dependientes de las estructuras hegemónicas de poder y más sujetos a los efectos de la evolución de los grandes fenómenos que caracterizan el escenario internacional.


Desarrollismo

El desarrollismo es una teoría económica referida al desarrollo, y que sostiene que el deterioro de los términos de intercambio en el comercio internacional, con un esquema centro industrial - periferia agrícola, reproduce el subdesarrollo y amplía la brecha entre países desarrollados y países subdesarrollados.
Como consecuencia de ese diagnóstico, el desarrollismo sostiene que los países no desarrollados deberían tener Estados activos, con políticas económicas que impulsen la industrialización; la generación de riquezas; aprovechamiento de los recursos y la formación, inserción y estimulo de las fuerzas productivas con el objetivo de alcanzar una situación de autonomía para lograr el desarrollo.

Esta perspectiva, de los primeros años de la CEPAL, debe ser complementada con el nuevo escenario internacional que se da después del derrumbe de la URSS y con las nuevas y distintas estrategias de países de los Centros Hegemónicos de Poder y los países que se encuentran en la periferia.

Con ese objeto presentamos estos dos trabajos: 1. de Samuel Pinheiro Guimarães, Cinco siglos de periferia, que trabaja la dinámica de la relación centro – periferia desde la perspectiva de uno de los grandes países periféricos (Brasil); 2. de Fernando Masi, Los Desafíos de una Nueva Inserción Externa del Paraguay, que trabaja la dinámica de la relación centro – periferia desde la perspectiva de un país pequeño (Paraguay) de la periferia.

Estrategia desde el Desarrollismo para los grandes países periféricos (Samuel Pinheiro Guimarães)

Samuel Pinheiro Guimarães describe la dinámica internacional desde la perspectiva de la relación centro – periferia y los intereses de un gran país periférico (Brasil) analizando estos temas*:

1.      El estado hegemónico
2.      Las estructuras hegemónicas
3.      Los estados periféricos: sus contrastes y semejanzas
4.      Los objetivos de los grandes estados periféricos
5.      Los desafíos de los grandes estados periféricos
5.1.Ejes geográficos
5.2.Ejes temáticos
*Solo mencionamos los que se encuentran en nuestro Resumen.

En su trabajo no propone un modelo alternativo a la dinámica centro – periferia, ni un rompimiento con el mismo; sino que analiza a las estructuras hegemónicas y propone un desarrollo que incorporé o supere en su dinámica a los estados que actualmente ejercen influencias predominantes en la actual estructura hegemónica mundial.


Estrategia desde el Desarrollismo para los medianos y pequeños países periféricos (Fernando Masi)

Fernando Masi desarrolla su trabajo basándose en la nueva dinámica de las relaciones exteriores e identifica las estrategias, por una parte, de los países con mayor influencia en las estructuras de poder y por otra la emergencia de una serie de potencias intermedias, que poseen una gran extensión de tierras, gran cantidad de población, y cuyas economías, en los últimos años, han crecido fuertemente, así como su influencia política y sus ambiciones a nivel global (Brasil, Rusia, India, Irán*, China y Sudáfrica – BRIICS), también identifica las estrategias de otros países que, según Fernando Masi, van integrándose al fragmentado sistema global y fortaleciendo sus posiciones en el plano internacional: es el caso de los “tigres asiáticos” y en Sudamérica: México, Chile, Perú y Colombia.
* Es agregado mío por las relaciones que tienen este grupo de países con Irán.

En este contexto identifica al Paraguay como un país pequeño sin una hoja de ruta mínima ante los acontecimientos mundiales, regionales y compara esta situación con las estrategias de algunos medianos y pequeños países.

En ese sentido, realiza una serie de recomendaciones:

1.      Aprovechar los cambios a nivel regional y mundial
2.      Paliar nuestra mediterraneidad con una buena red de vasos comunicantes orientando, para ello, las compensaciones derivadas del FOCEM y del acuerdo por la eliminación del doble cobro del Arancel Externo Común (AEC)
3.      Aprovechar nuestra posición geográfica
4.      Un proceso de mayor industrialización y diversificación
5.      Acción estatal coherente, consistente y basada en una estrategia a largo plazo
6.      Aprovechar que la actual agenda sudamericana para los próximos año hace hincapié en la necesidad de mejorar las conexiones entre los países del subcontinente
7.      Insistir en la remoción de asimetrías regulatorias en el MERCOSUR
8.      Capacitación para el desarrollo
9.      Establecer correctas alianzas público – privadas necesarias para encaminar al país en la senda del desarrollo económico sustentable
10.  Un andamiaje institucional preparado para afrontar los desafíos externos y atender las demandas internas
11.  Reformulación global de la política externa del Paraguay


También podemos notar, en el trabajo de Fernando Masi, un reconocimiento a la relación centro – periferia y a las estrategias que realizan los países con mayor influencia en las estructuras hegemónicas, los grandes países periféricos y algunos países medianos y pequeños.

Fernando Masi, en su trabajo, tampoco propone un rompimiento, una alternativa o una discontinuidad a este modelo de relaciones a nivel mundial y regional; sino que sus recomendaciones se centran en el mejor aprovechamiento, dentro de esta dinámica, de las potencialidades que no están siendo  explotadas, estimuladas ni tenidas en cuenta para un mayor desarrollo e inserción en este contexto regional y mundial.

IV
Mapa de las estructuras de poder *


PROYECTO DE UNION DE LOS GRANDES PAISES PERIFERICOS EMERGENTES
                            

BRASIL:
Población: 205.716.890 (Julio 2012 est.)
PIB: 2,477 $ billones 2011

RUSIA:
Población: 138.082.178 (Julio 2011 est.)
PIB: 1,858$ billones 2011

INDIA:
Población 1.210.193.422(2011)
PIB: 1,848$ billones 2011

IRAN:
Población 78.868.711 (Julio 2011 est.)
PIB: 331,0$ mil milliones 2009


CHINA:
Población: 1.343.239.923 (Julio 2011 est.)
PIB: 7,298$ billones 2011

SUDAFRICA:
Población: 48.810.427 (Julio 2012 est.)
PIB: 408,2$ mil milliones 2011

TOTAL
Población: 3.024.911.551
PIB: 14,22 billones





PAISES QUE PREDOMINAN EN LAS ESTRUCTURAS HEGEMONICAS

ESTADOS UNIDOS:
Población: 313.847.465 (Julio 2011 est.)
PIB: 15,09$ billones 2011

UNION EUROPEA:
Población: 503.824.373 (Julio 2010 est.)
PIB: $15,39 billones (2011 est.)

JAPON:
Población: 127.368.088 (Julio 2011 est.)
PIB: $4,389 billones (2011 est.)

ISRAEL:
Población: 7.590.758 (Julio 2012 est.)
PIB: $235,1 miles de millones (2011 est.)

TOTAL
Población: 952.630.684
PIB: $35,1 billones

CABE DESTACAR QUE CADA UNO DE LOS DOS BLOQUES PARTICIPA EN LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES CON POSICIONES CASI SIEMPRE CONCERTADAS EN PUNTOS ESTRATEGICOS  Y AMBOS POSEEN UNA GRAN INFLUENCIA DENTRO DE ELLOS.

*Datos extraídos de:







Bibliografía consultada

Cinco siglos de periferia, Samuel Pinheiro Guimarães.

El reto del futuro (Asumiendo el legado del bicentenario), Diego Abente Brun y Dionisio Borda, Editores.

Entrevista sobre el siglo XXI, Eric J. Hobsbawm.

www.bancomundial.org

www.indexmundi.com

www.cia.gov/index.html

Pensamiento social del siglo XX, Ruy Marini y theotonio Dos Santos, Coordinadores, Francisco López Segrera, Editor, UNESCO, Caracas.

Notas de clases del prof. Javier Numan Caballero Merlo.

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