Escribe José A. Valenzuela Fernández
Si entendemos que la Política versa sobre el bien común y reconocemos que en el país, la “clase política” está mas interesada en sectarismos y/o personalismos excluyentes, estamos listos para -a priori- identificarlos como politiqueros. No es para nada nuevo el término. Eligio Ayala1 en 1915, desde Berna, Suiza, decía de ellos: “Los enemigos de ayer conspiran juntos, los amigos de hoy se venderán mañana. En vez de partidos se forman círculos esporádicos y convulsivos de pequeños ambiciosos. Los partidos tradicionales en vez de ser útiles a la patria, utilizan sus recursos; en vez de servir sanos intereses nacionales en el gobierno, hacen que el gobierno les sirva a ellos."
La critica, de quizás, el presidente más austero que tuvo el Paraguay en el siglo pasado, sigue vigente en los exponentes de varios partidos y movimientos “políticos”, ahora. Naturalmente, voy a dejar margen para reconocer que sí existen pocos políticos, consecuentes en palabras y acciones, que no dejan de defender los intereses de la ciudadanía.
Fotos extraídas de las páginas web de Ultima hora, estamoscansadosde.com y Ñandutí. |
En la mayoría de los casos el neo-populismo, en su sentido más corrosivo, tiene nuevos representantes en la juventud activista de los partidos. Lo que carecen de substancia, la complementan con exclamaciones tendientes a ensalzar en algunos casos, la “raza”, la región, el club, etc. La substancia, si tomamos el sentido aristotélico, es lo que está, no debajo o encima sino, dentro de algo, impregnándolo completamente; es semejante al meollo o intríngulis de cualquier tema. No hablemos de la formación académica de estos líderes para que este ejercicio intelectivo no sea tan fácil de explicar. Hablemos de la matriz cultural, que de hecho y en este aspecto, hace lo académico-educativo, subordinado a él.
Dejando de lado cualquier sesgo ideológico, en la historia independiente de nuestro Estado nacional (desde 1811), hay una concentración de años y años de padecimiento por dictaduras militares, revoluciones intestinas y desprecio a la inteligencia. Esto evidentemente ha contribuido al surgimiento y consolidación de la fragmentación social, generando una matriz cultural poco congruente con el sistema democrático. No es coincidencia que la nueva corriente de jóvenes politiqueros, se haya nutrido del ejemplo y las praxis de sus mentores. Hay elementos culturales que se trasmiten. Si ensayamos interpretaciones históricas, el patrimonialismo en el Paraguay data quizás de la época de los López. Carlos Antonio para todos los efectos le “hereda” la presidencia a su hijo Francisco, que no tenía intenciones de soltarla. En éste, no se consolidó en concepto de Estado, es decir de la cosa pública. Y una nota peculiar es que tanto, Rodríguez de Francia, Don Carlos y Francisco Solano, murieron en el poder. Resumo hasta aquí que el patrimonialismo terminó de nacer con los López, aunque se gestó con Rodríguez de Francia. Es más que justo señalar que las iniquidades sociales de hoy, tienen su causa eficiente, en la sistematización del Patrimonialismo con el gobierno dictatorial de Alfredo Stroessner Matiauda. (más detalles).
La matriz cultural es clave para explicar cómo es que se sostiene hoy día el Patrimonialismo clientelar y prebendario en el Paraguay. Fijémonos en la resistencia del paraguayo a dejar el poder, es como si lo tomara para sí, como si lo encarnara. El cargo, el puesto, en este sentido lo representa absolutamente todo. La idea de alternancia se encuentra prácticamente ausente, y por tanto, apenas concibe una transición sin conflicto. El Estado, en el ideario primitivo del politiquero, no es una abstracción político-jurídica para el ordenamiento institucional de lo público a lo privado con las leyes, sino que es un ente para la cúpula, para el entorno cercano, un lugar donde puede disponerse del erario para repartir dádivas, y buscar de tal manera una clientela politiquera capaz de sostener al “lider” y sus seguidores. El politiquero ve en la prebenda el arma más efectiva para captar votos. Con la prebenda empieza a socavarse la ciudadanía -con todo lo que implica- para la conformación y substitución por la clientela.
El politiquero no visualiza otro sistema que no se relacione con la prebenda para la mantención de la clientela afín a su dominio. Es patrimonialista porque ve como suyo el erario. La cosa pública se encuentra ante sí como el que halla plata yvyguy después de una afanosa búsqueda. Una democracia sin operadores políticos es inconcebible para ellos, como si la generación de opinión pública ciudadana no pudiera substituirlos.
La opinión pública es decisiva para la formación de criterios para decidir. Es útil para la formación cívica y ciudadana. La construcción genuina de opinión pública es posible más que nunca con el auge de las diversas redes sociales. La prensa ya no es la única generadora de opinión pública. En varios aspectos las noticias en las redes sociales, constituyen -a groso modo- medios alternativos de periodismo. Y me parece bien, y dicho sea de paso, es saludable que existan muchos medios de comunicación radial, televisivo, impreso, digital, etc. El ciudadano tiene la posibilidad de elegir a quién escuchar, a quién ver, a quién leer. Ahora, el tema en este punto es preguntarnos, ¿cómo construir opinión pública cuando varios medios y personas están comprometidos con las mafias locales y grupos económicos?
La respuesta es... escuchando lo que dicen y cómo lo dicen. No creo de ninguna manera que la gente sea incompetente para interpretar los mensajes. Yo creo que más allá de cualquier sensacionalismo atrapante, existe una ciudadanía capaz de apartar lo substancioso de lo no-substancioso. Reconozco que el papel de los "exegetas" de la política, puede ser crucial para la interpretación de los discursos y la realidad nacional, en contexto. Este no es un dato menor, dado que el politiquero habrá de buscar popularidad con enardecidos discursos alabando todas las manifestaciones del pueblo, todos sus sentimientos abrigados, por un lado; mientras lo empobrece y denigra, por otro. Ese es el populismo en sentido "negativo" que defiende la corrupción desde el clientelismo patrimonialista. La prebenda es la dádiva, dijimos. También puede ser entendida como el asistencialismo inutilizador, es decir que no educa para formar fuerzas productivas ni trabaja en la generación de riquezas para su distribución con equidad.
El politiquero es pichado, le afecta profundamente que lo contradigan y busca por todos los medios posibles desacreditar a su interlocutor en el “debate”. Si no consigue esto último, intenta ridiculizar a su oponente circunstancial, para cubrir su punto de vista viciado por intereses contrarios a los de la ciudadanía. Toma como algo personal la crítica y pretende desviar la atención de los temas centrales con cuestiones individuales, que obviamente, no hacen referencia a la discusión política de ideas. El politiquero es un cáncer para toda democracia. Es el actor retardatario más perjudicial para el progreso económico y social. Es menos propositivo que consertador y más sátrapa que servidor público.
1 - Eligio Ayala, Véase el Capítulo VIII: La política”, pp. 49-63, en Migraciones, Imprenta La Sud-América, Santiago de Chile, 1941(ensayo escrito en Berna, Suiza, en 1915).
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