jueves, 15 de noviembre de 2012

SOMOS TUMA


Por Orlando Aguirre
Candidato a Licenciado en Sociología por la Universidad Católica de Asunción
Artículo de El Portavoz


Adolfo Ferreiro, que antes del 22 de junio era un abogado, periodista y demás, saltó a la notoriedad pública por la defensa a Fernando Lugo en el juicio político que lo destituyera, pero se hizo más famoso por el debate televisivo que le tuvo con Oscar Tuma, que era el encargado de realizar la acusación al entonces presidente, por darle una verdadera cátedra de intelectualidad y algo más: una lección de sentido común.


FOTO: Fan Page Facebook Oscar Tuma. http://www.facebook.com/OscarTuma?fref=ts

El día 8 de noviembre, en el marco de las campañas electorales para las elecciones del Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica, Ferreiro fue a dar a los estudiantes una conferencia sobre ideología y universidad, en la cual se rescata una frase importante: “Aquí en Paraguay se han cometido barbaridades por las cuales yo no entiendo por qué los del Centro de Estudiantes de Derecho no están quemando cubiertas en la plaza. No te puede venir a decir un parlamentario que si no se le prohíbe a los perros la salida del país no van a pagar su IVA, no es luego ni al extranjero, sino al paraguayo. No es posible que por no pagar tu IVA te impidan salir del país, es una violación a derechos fundamentales de todo individuo, ¿Dónde está entonces la libre circulación? ¿Dónde está la libertad? Independientemente a que sea de derecha o izquierda, existen barbaridades contempladas en el orden establecido y nadie dice nada, entonces, eso me lleva a suponer que éstas cosas suceden porque lo único democrático e igualitario es la educación: el rico va a un mejor sanatorio y tiene un mejor auto que el pobre, pero la educación de ambos es una porquería”.


No lo pudo explicar mejor, no pude evitar pensar en Oscar Tuma cuando lo dijo.
Ferreiro había mencionado que lo dicho por el parlamentario no era culpa del mismo, sino que era una resultante de un modelo de educación que se tiene y de una sociedad que admite barbaridades. 
Esas barbaridades, también pueden ser entendidas como tal en las expresiones del diputado Tuma en la última semana donde demuestran que a los paraguayos/as ya no nos importa casi nada, a tal punto de aceptar que una persona asuma públicamente que trafica influencias para posicionar a personas en cargos públicos, violando todo principio constitucional y del tipo de la concepción de administración de un estado con tenor liberal y de cualquier otro estado, en el cual no debe ser pensado como una agencia de empleos, sino como un mecanismo de gestión de políticas públicas a favor de todos/as.
Nadie, ni en el país más inculto y menos siendo un “representante” de la ciudadanía, puede salir a decir públicamente “a la prensa no hay p… que le calce”. Por más que los medios de prensa de gran porte no generen opinión pública, no se puede caer en materializar una opinión de tal forma, a menos que ésta idea ya sea socialmente aceptada y que de verdad a nuestra sociedad ya no le importe nada y pase a un estado de hibridez donde todo viene y va.
Lo que más asusta es que aún existe gente que obvia el detalle menor del tráfico de influencias de Tuma, ese no es un vicio menor, todos lo han hecho, no existe mucha diferencia entre Camilo Soares y el caso de los “coquitos” y las declaraciones de Tuma, son los mismos hechos, de igual manera ambos nos roban o nos han robado. 
El problema de la educación sumado a las declaraciones de Tuma va de la mano y tienen una raíz estructural y profunda. Los liderazgos son mesiánicos y fomentan la prebenda y el “zoqueterismo”, tanto en la derecha como en la izquierda. La intelectualidad está muerta y el nacionalismo de derecha e izquierda pulula sin sentido, se mezcla agua con aceite en términos intelectuales, se mal entienden las cosas y se hacen como se pueden hacer las cosas. El “así nomás” es moneda corriente aún.
Es urgente tomar medidas para paliar estos problemas, pero ante todo, tomar conciencia de que las autoridades que tenemos son nuestras caras al exterior, son las que nos representan no solo en una institución llamada congreso, sino que las leyes que votan son las leyes que luego se convierten en cartas credenciales ante el mundo. 
Cuando Tuma dice libremente que trafica influencias y nadie responde, todos aceptamos. Cuando usted ve que se está efectuando el pago de una coima (o usted mismo comete ese hecho), usted se convierte en un Oscar Tuma, usted le da legitimidad a su representante porque hace lo mismo que el.
En definitiva, hoy más que nunca, todos somos Tuma, porque nuestra educación es una porquería.